EL PERSONAJE: Saladino es una leyenda en todo el mundo musulmán. Fue el gran líder guerrero que consiguió recuperar para el Islam la ciudad de Jerusalén, conquistada por los cristianos 100 años antes, durante la I Cruzada.
Inteligente, con grandes dotes políticas y militares y con un pretexto: imponer la ortodoxia religiosa (sunismo), consiguió unificar a los musulmanes.
Se supo ganar la fama de hombre sabio y de palabra, de hombre cortés con sus enemigos, que respetaba la vida y el honor de sus prisioneros. Pero hay una excepción, Reinaldo de Châtillón, que había atacado, saqueado y asesinado a los musulmanes en tiempo de tregua.
En el curso de la III Cruzada, Saladino tuvo que enfrentarse a Ricardo I Corazón de León, surgiendo entre ellos una gran admiración y respeto.
El tío de Saladino, Shirkuh, fue enviado a Egipto al mando de un ejército para defender al Califato Fatimí de los cruzados. Una vez controlada la situación, actuó como gobernador de Nur al-Din (1169).
La muerte de Shirkuh provocó el ascenso de Saladino como Gobernador de Egipto, quien aprovechó la muerte del califa egipcio Al-Adid (el último califa fatimí) para afianzarse en el poder, logrando además, el retorno de Egipto al sunismo.
Nur al-Din murió en 1174, provocando el deseo de apoderarse de Siria por parte de Saladino. El heredero al trono, Salih al Malik, demasiado joven, no pudo evitar perder el sultanato de Siria y su vida, muriendo envenenado en 1181. Finalmente Saladino consiguió ser sultán de Siria y Egipto.
Antes de atacar a los cruzados, Saladino realizó campañas en Mesopotamia, Kurdistán y Armenia, sometiendo a estas tierras y consiguiendo su apoyo para atacar a los reinos cristianos.
El pretexto para el inicio de la guerra fue la canallesca actuación de Reinaldo de Châtillon quien, lejos de respetar la tregua con los musulmanes, continuaba robando, saqueando y capturando peregrinos, llegando incluso a atacar una caravana en la que iba la hermana de Saladino.
Las tropas del rey de Jerusalén Guido de Lusignan se enfrentaron a Saladino en la batalla de los CUERNOS DE HATTIN (un desfiladero), el 4 de julio de 1187, sufriendo una derrota total. Guy de Lusignan fue hecho prisionero y a Reinaldo de Châtillon le cortó la cabeza. En octubre de 1187 Saladino negoció la rendición de Jerusalén, comprometiéndose a respetar los templos cristianos y a sus habitantes. La caída de Jerusalén provocó que el Papa Urbano III convocara la 3ª Cruzada. En 1191 desembarcó un potente contingente de tropas al mando de Felipe Augusto de Francia, Ricardo Corazón de León de Inglaterra y el duque Leopoldo de Austria.
Lograron tomar San Juan de Acre, aunque Felipe y Leopoldo regresaron a sus dominios, por incompatibilidades con Ricardo. Este consiguió hacerse con el control de toda la costa situada entre Tiro y Jaffa. El 7 de septiembre de 1191, las tropas de Saladino atacaron a la retaguardia de Ricardo, cuando marchaban hacia Arsuf (cerca de Jaffa), aunque consiguió rechazarlos.
Ricardo llegó a la conclusión en 1192 que, aunque tomara Jerusalén, no podría defenderla, así que llegó a un acuerdo con Saladino por el que los peregrinos cristianos podrían visitar los Santos Lugares de la ciudad. También conservarían los cruzados la franja marítima conquistada. Ricardo tuvo que aceptar porque debía volver urgentemente a Inglaterra. Por su parte, Saladino murió al año siguiente en Damasco, sucediéndole su hijo Al-Afdal.
Fotos nº 1, 2 y 9: Dominio público (Wikimedia Commons)
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