Entre 1815 y 1913 los británicos se apoderaron de numerosas tierras creando un enorme imperio colonial, de manera que, durante el reinado de la reina Victoria, Gran Bretaña gobernaba el 25% de la población mundial, una cuarta parte de las tierras y controlaba los océanos.
Este dominio de los mares le proporcionaba también el dominio las rutas comerciales y puntos estratégicos como Gibraltar o el Canal de Suez, en Egipto.
Las colonias suministraban a los británicos materias primas (seda, especias, caucho, algodón, té, café, azúcar, etc) para su industria y una demanda que consumía, obligatoriamente, los productos fabricados en la metrópoli.
Con el objetivo de salvaguardar el Canal de Suez, vital para mantener el contacto con la India, Gran Bretaña entró en Sudán en 1898 para hacer frente a la rebelión del Mahdi, un líder religioso.
La Batalla de Omdurmán enfrentó el 2 de septiembre de 1898 a un ejército anglo-egipcio comandado por el general Horatio Kitchener con el ejército del califa Abdullah ibn Muhammad, sucesor del Mahdi. El británico carecía de experiencia como comandante de tropas en combate pero tenía una gran reputación como organizador militar.
A continuación contraatacó el 21º Regimiento de Lanceros sobre la debilitada ala derecha para cortar el camino a la ciudad. Lograron su objetivo a costa de perder la cuarta parte de sus fuerzas. Kitchener marchó hacia Omdurmán demasiado pronto y sufrió ataques por la retaguardia y el flanco derecho. No obstante, los atacantes nada pudieron contra las ametralladoras, los fusiles de tiro rápido y la artillería. Este tipo de combate anticipaba lo que sería la temible guerra de trincheras, dieciséis años más tarde, con el dominio de ametralladoras y artillería.
Kitchener, siguiendo los actos de otro ilustre criminal de guerra, el español Valeriano Weyler en Cuba, puso en marcha campos de concentración, donde internó a miles de civiles durante la Guerra Anglo-Boer. Las condiciones y el trato en estos campos no tenían nada que envidiar a los nazis de la II Guerra Mundial, y la muerte de miles de personas quedó impune. Y no sólo quedó impune, sino que sólo seis días después de la firma del tratado de paz de Vereeniging (31 de mayo de 1902), fue nombrado Vizconde de Jartum, Aspall y Vaal. Los criminales de guerra, cuando ganan guerras, son héroes aclamados y agasajados.
BIOGRAFÍA: Horatio Herbert Kitchener nació en Ballylongford (Condado de Kerry, Irlanda), el 24 de junio de 1850, siendo sus padres Henry Horatio Kitchener y Frances Anne Chevalier-Cole.
Estudió en Montreux (Suiza) y en la Royal Military Academy (RMA) de Woolwich, Londres. Simpatizante de la causa francesa, participó en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) como conductor de ambulancia voluntario.
A continuación, perteneciendo a los Ingenieros Reales del Ejército Británico, sirvió como agrimensor en Palestina (1874-1877) y Chipre (1878) donde realizó mapas topográficos de estas regiones. En 1879 fue destinado a Anatolia, como vice-cónsul.
Destinado a continuación en Egipto, por entonces un estado títere británico, se hizo masón, y fue primer Gran Maestro de la Gran Logia del Distrito de Egipto-Sudán. Ese mismo año Kitchener fue ascendido a capitán y participó en la creación del ejército egipcio. Como segundo de un regimiento de caballería egipcio, tomó parte en la fracasada misión en 1884 para intentar ayudar al sitiado Charles George Gordon en Jartum (Sudán). El 15 de junio de 1885 fue ascendido a teniente coronel y, en septiembre de 1886, fue nombrado gobernador de Sudán oriental y la costa del Mar Rojo. En enero de 1888 fue herido en la mandíbula, durante una acción contra el Mahdi.
El 11 de abril de 1888, Kitchener fue promovido a coronel. En abril de 1892 fue nombrado comandante en jefe del ejército egipcio (sirdar).
Dirigió la expedición de reconquista del Sudán, venciendo a los derviches en la Batalla de Omdurmán, el 2 de septiembre de 1898, gracias a la construcción de vías férreas y al empleo de modernas ametralladoras, fusiles y artillería.
Ese mismo año, resolvió con éxito el denominado "Incidente de Fashoda", episodio en el que las tropas coloniales francesas pretendían extender su influencia hacia el Nilo, lo cual hubiera roto la línea ininterrumpida de dominio británico de Egipto a Ciudad del Cabo. El 18 de noviembre de 1898 fue nombrado Barón de Jartum y Aspall para crear un gobierno colonial que se ganase a la población local.
Kitchener fue enviado a Sudáfrica formando parte de los refuerzos británicos del mariscal de campo Frederick Roberts, tras estallar la 2ª Guerra de los Boers. Una enfermedad del mariscal, obligó a Kitchener a asumir el mando. Para acabar con la guerra de guerrillas se atacó a la población civil y a sus propiedades.
También fue uno de los precursores y de los campos de concentración, donde, en condiciones deplorables se hacinaban prisioneros civiles, llegando a morir alrededor de 20.000 personas, mujeres y niños incluidos. Pero los Boers no eran los derviches, así que su trato a las poblaciones de origen europeo le produjo muchas críticas, incluso en Gran Bretaña. También ordenó que se fusilase a cualquier civil o militar que llevase uniforme británico, vestimenta que usaban los Boers al no tener acceso a sus granjas. El 31 de mayo de 1902 se firmó la Paz de Vereniging que ponía fin a la Guerra.
Entre 1902 y 1910 fue comandante en jefe de las tropas británicas en la India y, en 1910 fue ascendido a mariscal. Entre 1911 y 1914 fue gobernador general de Egipto y Sudán. El 29 de junio de 1914, fue nombrado primer conde Kitchener de Jartum y Broome (condado de Kent, Inglaterra). Al inicio de la I Guerra Mundial, en agosto de 1914, Horatio Kitchener fue nombrado Secretario de Estado de Guerra y, seguro de que el conflicto sería larga, organizó una masiva campaña de reclutamiento.
El fracaso de la Campaña de Galípoli (1915-1916), diseñada por Winston Churchill, dejó su popularidad por los suelos. En mayo de 1916 debía realizar una misión diplomática en Rusia. A bordo del crucero acorazado HMS HAMPSHIRE, el 5 de junio de 1916 encontró la muerte Horatio Kitchener al chocar el buque con una mina en el trayecto a Arcángel. El HMS HAMPSHIRE se hundió al oeste de las islas Orcadas y sólo sobrevivieron 12 de las 650 personas que iban a bordo. El cadáver de Kitchener no fue encontrado.
Fotos: Dominio público (Wikimedia Commons)
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