EL PERSONAJE: Rasputín, también conocido como "el Monje Loco" fue un místico ruso que supo ganarse la confianza del Zar y su familia.
Era un hombre muy corpulento, con una gran personalidad, una mirada penetrante y un magnífico dominio de la oratoria.
De entre sus cualidades, destacaba una enorme capacidad para manipular a quien se propusiera. Le fue atribuida una conducta viciosa con respecto al alcohol, las prostitutas y las orgías, que organizaba con damas de la alta sociedad rusa. Esta conducta desenfrenada no ha conseguido ser probada y podría haber sido fruto de una campaña de descrédito para demonizarlo. Y es que los advenedizos suelen tener ascensiones meteóricas que provocan odio y envidia y, como consecuencia, estrepitosas caídas.
Con una estudiada apariencia para parecerse a Jesucristo, tenía fama de sanador milagroso. En 1905, la zarina Alejandra estaba desesperada por una hemorragia que sufría su hijo y heredero Alekséi Nikoláyevich, enfermo de hemofilia. Se trata de una enfermedad de la sangre que consiste en la imposibilidad de cortar las hemorragias, debido a su incapacidad para coagular. Con una gran seguridad, Rasputín aseguró a la zarina:
"Dios ha visto tus lágrimas y escuchó tus oraciones. No temas, el niño no va a morir"
La milagrosa mejora del hijo del zar Nicolás II trajo como consecuencia que la familia Romanov cayera bajo la influencia del monje.
BIOGRAFÍA: Grigori Yefímovich Rasputín nació en Pokróskoye (Tobolsk, Siberia Occidental, Rusia), el 10 de enero de 1869, siendo su padre el campesino Yefim Yakovlevich Rasputín. De los nueve hijos del matrimonio, sólo sobrevivieron su hermana Feodosia y él.
Al igual que la mayoría de los habitantes del pueblo, no tuvo acceso a escolarización y por tanto era analfabeto.
No destacó en nada durante su infancia y adolescencia. Ayudó a su familia en la granja, tuvo algunas peleas, empezó a beber alcohol y fue detenido acusado de robo de caballos, aunque resultó absuelto. El 2 de febrero de 1887, con 19 años, Rasputín contrajo matrimonio con Praskovia Fiódorovna Dubrovina, con quien tuvo cinco hijos, de los que sobrevivieron: Dmitri, Varvara y María.
En 1892 abandonó a su familia para viajar por Grecia y peregrinar a Jerusalén. También pasó una temporada en el monasterio de Verjoturye, en el oblast de Sverdlovsk. Al poco tiempo ingresó en la secta JLYSTÝ (flagelantes), no reconocida por la Iglesia Ortodoxa y que defendía la idea de que para alcanzar la fe era necesario el dolor. Había sido fundada por Daniil Filippovic en 1631. Creían que dentro del ser humano hay una chispa divina que libera al hombre de todo tipo de restricciones sociales, sexuales o de pensamiento. Practicaban sesiones de éxtasis donde bailaban, se emborrachaban, practicaban sexo y luego se arrepentían, logrando la "purificación".
Tras esta etapa, empezó una vida como ermitaño. Conoció al hermano Macario, que le enseñó a renunciar a la carne y a la bebida. Rasputín llegó a San Petersburgo en 1903, con fama de hombre santo. En 1905 fue presentado a la esposa del Zar, Alejandra Fiódorovna quien, conocedora de sus poderes para sanar a enfermos, deseaba que curase la hemofilia del heredero Alexis Nikolaiévich. Su mejoría provocó que la zarina confiase ciegamente en él y, por añadidura, el Zar Nikolas II. Al poco tiempo, su influencia era tan evidente que podía influir en la designación de altos cargos del Gobierno.
Miembros del Gobierno y de la Corte estaban escandalizados por la influencia de Rasputín en unos momentos tan críticos, en plena I Guerra Mundial. Se formó una conjura en la que estaban implicados el príncipe Félix Yusúpov, el líder de la derecha Vladimir Purishkévich y los grandes duques: Dmitri Pávlovich y Nicolás Mijáilovich.
Los conjurados citaron a Rasputín el 30 de diciembre de 1916 en el palacio de Yusúpov, haciéndole creer que la cita era con la gran duquesa Irina Alexándrovna. Acudió al palacio pasada la medianoche y, mientras esperaba a ser recibido por la gran duquesa, le sirvieron vino y dulces envenenados con cianuro. Asombrado porque el veneno no le hacía efecto, Félix Yusupov le disparó con su pistola. Creyéndolo muerto, lo intentaban sacar del edificio cuando vieron que aún se movía. Purishkévich le disparó dos veces más y le dio un golpe en la sien. Los conjurados acabaron lanzando su cuerpo al río Neva.
Fotos: Dominio Público (Wikimedia Commons)
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